Los políticos no quieren periodistas, quieren aduladores.

José María García Pérez

domingo, 7 de noviembre de 2010

La otra cara de la visita del Papa

Contando su próximo viaje, previsto para 2011 a Madrid, Benedicto XVI habrá efectuado tres visitas a España en seis años. En esta última a Santiago y Barcelona no ha sido oro todo lo que ha relucido. Lo manifiesto ha sido a un Papa recorriendo las calles de ambas ciudades y el fervor de unos fieles. Gente de todo el mundo haciendo muchos sacrificios han llegado a España en esta fecha tan especial para ellos.”Estoy enamorado de España pero también preocupado por su devenir laicista”, declaraba Raztinger cuando aterrizaba en suelo español. Hoy en día todo tiene una parte implícita y esta actividad religiosa no iba a ser menos.

Benedicto XVI es recibido por los príncipes.
El negocio previsto para la visita del pontífice “ha pinchado en hueso”. En Barcelona la acogida al Papa ha sido fría.  Por las calles de la ciudad Condal no había aglomeraciones y ver el Papamóvil era fácil. A pesar de que la visita sí ha logrado parar la precampaña electoral, al menos 24 horas, la expectación no ha sido la esperada. Esta falta de público repercute en las plazas hoteleras que no han sido llenadas. También se han visto afectados los propietarios de los balcones que podían ser alquilados. Estos peculiares sitios para observar la ceremonia no han sido ocupados o han sido alquilados por mucho menos dinero de lo previsto inicialmente. Al mismo tiempo empresarios y comerciantes de la capital catalana se preguntan el origen de este fracaso de un acontecimiento tan importante.

En Santiago de Compostela la afluencia de público ha sido un poco mayor pero tampoco una diferencia abrumadora. La duración de los actos, que provocó que la gente se concentrase en torno a las pantallas o en las casas, y los múltiples cordones de seguridad, redujeron la movilidad de las personas por el entramado de callejuelas del casco histórico, lo que redundó notablemente en el comercio y en el ambiente de la ciudad.  Otras de las principales razones ha sido la mala publicidad que se ha hecho sobre la ciudad. La Xunta de Galicia “ha tirado piedras contra su propio tejado”. Las instituciones locales han vendido Santiago como una ciudad pequeña. Esto ha sido definitivo para la declinación de los fieles a visitar la capital gallega.

Dos chicos se besan ante el papamóvil.
A pesar de la poca expectación, las fuerzas del orden si han cumplido con su trabajo. Santiago ha desplegado un dispositivo de 6.000 efectivos policiales y sanitarios convirtiéndose en el mayor despliegue de la historia de Galicia. No se han producido  incidentes ni complicaciones reseñables aunque se han realizado un total de 14 asistencias sanitarias de menor envergadura entre las que se encuentran mareos, esguinces y alguna caída. Los viandantes han recordado con melaconlía la visita de Juan Pablo II. La comparativa entre la visita del anterior Papa y el actual es abismal. Con el fallecido Juan Pablo II sí que se produjo un verdadero acontecimiento.
Como anécdota a destacar, un centenar de activistas gays y lesbianas se han besado cuando el automóvil de Benedicto XVI pasaba ante el Museo Diocesano, en la plaza de la Catedral, para dirigirse al templo de la Sagrada Familia.

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